No eres lo que haces. Eres lo que el otro percibe que haces.
Aprende a preparar el terreno.
Un director de arte me pidió recientemente un encargo. Es uno de esos profesionales que llama call a hablar un rato, que piensa en KPIs y valora la exclusividad. Una persona de su tiempo, a mí me parece bien todo. Y yo, que ya tengo trabajo de sobra para todo el mes, en vez de decir que estoy algo ocupada le dije que estoy fully-booked hasta mediados de julio. Lo cual es cierto. Y para nuestra call… habría que reschedulearla, “si quieres te paso mi Calendy, es que me pillas de viaje”. Lo cual también era muy cierto.
Cuando le contaba esto a mi amiga le pareció que era una manipuladora redomada por reciprocar términos y lenguaje corporativo que no suelo habitar en el día a día. Eso fue antes de descubrirle todo lo que cuento hoy, lo que he llamado el arte del misanplas social. Si sabes cómo leer a las personas aprendes con ello qué necesitan y qué arquetipo buscan de ti. Y ahí es cuando debes aprender a imponer el marco, porque si no lo pones tú se impone solo.
La realidad no existe. Existe una convergencia de infinitas interpretaciones, creando un tejido consensuado al que llamamos La Realidad. Aplicado a una interacción, esto es una especie de promedio emocional y cognitivo entre lo que alguien ofrece y lo que el otro proyecta. Una negociación de percepciones. No accedemos al contenido puro de las cosas; accedemos a su presentación, a su aura, a su narrativa. Y eso moldea nuestra percepción tanto o más que el contenido mismo.
La mayoría de las personas no tienen una opinión formada del todo sobre casi nada: ni sobre arte, ni sobre valor, ni sobre ti. Están esperando una señal para poder clasificar. No por ignorancia (o sí, a veces sí), sino porque el cerebro humano desea atajos. El cerebro humano siempre quiere que alguien le ahorre el esfuerzo de calibrar desde cero. Por eso, cuando presentas algo con seguridad y con claridad emocional, no estás manipulando: estás diseñando el punto de entrada. Estás calibrando la interfaz. Y con ello le estás haciendo un favor al otro.
Antes de que algo sea lo que *es*, ya se ha convertido *algo* en la mente del otro. Una expectativa, una categoría, una sospecha. No nos enfrentamos a la realidad tal cual, nos enfrentamos al marco que la precede. Y ese marco, si no lo pones tú, se impone solo.
Un proyecto mediocre presentado con confianza puede sentirse completo. Uno brillante, entregado con inseguridad o exceso de humildad, puede activar dudas innecesarias. Es el mismo contenido, pero con un "priming" distinto. Y ese "priming" lo cambia todo. Una buena idea mal presentada se vuelve una mala idea. Un trabajo excelente mal enmarcado pasa por irrelevante. No basta con que algo sea valioso. Tiene que parecerlo. Tiene que sentirse como tal desde el principio.
Por eso, enmarcar no es opcional. Es una parte esencial del trabajo. El lenguaje previo, el tono, la intención, la atmósfera: todo eso es parte de la obra. El marco define el contenido.
En el vacío de narrativa, el otro proyecta la suya. Y las proyecciones ajenas rara vez te hacen justicia. Cuando nos enfrentamos a lo nuevo —una obra, una persona, una propuesta— no juzgamos solo lo que es, sino lo que creemos que es. Y muchas veces, ese marco lo construimos con fragmentos de intuición, con pistas mal interpretadas, con prejuicios. Ahí nacen las dudas, los malentendidos e infravaloraciones.
La responsabilidad de enmarcar no es ególatra: es un acto de cuidado. Anticiparte a cómo va a ser leído tu trabajo no es controlarlo todo, es ofrecer una lectura posible. Una lectura deseada, para ambas partes.
Muchas veces el otro necesita encuadrarte como Cierto Tipo de Persona para poder descansar. De nuevo, no es por ignorancia (o sí), simplemente así funcionan nuestras configuaraciones neurológicas de detectores de patrones. El Otro necesita una estructura emocional para poder entregarse a tu presencia, a tu trabajo o a tu idea sin activar sus alarmas internas. Y cuando algo se presenta con seguridad, con sencillez, con un encuadre firme, no solo genera confianza: también libera al otro de la carga de interpretar. Es importante, he descubierto, lo de aligerar al prójimo.
Lo profesional no es una etiqueta, es una frecuencia. El más profesional no siempre es el que tiene más talento, sino el que sabe crear el marco de mayor confianza. A veces un marco seguro convierte algo bueno en algo genial, y una presentación dudosa puede contaminar incluso una propuesta brillante. La duda inicial puede ser una mancha indeleble. Sé que esto haría numbers en LinkdIn, pero por ahí no paso, lo dejo aquí: Talento y buen marco más atmósfera equivale a impacto.
La humildad mal entendida es una epidemia. Rebajarse para no parecer arrogante es una forma sutil de invalidarse. No hace falta subestimarse para parecer amable. La confianza —cuando es tranquila— es higiene energética, no soberbia. El otro agradece no tener que calibrarte por sí mismo. Y no se trata de exagerar, ni de mentir, ni de fingir. Se trata de presentar la parte de ti que se ajusta mejor a la situación entre manos, de saber leer el código emocional del otro y calibrar el tuyo.
Una profecía autocumplida puede ser un regalo. Decir “esto que estás a punto de ver es valioso” no es arrogancia si es verdad. Es preparar el terreno para que el resultado deseado florezca. El cinismo se protege. La claridad se ofrece.
Hacerse legible a los demás, encarnar ‘Cierto Tipo de Persona’, no es simplificarse. Debes asumir que si no guías la lectura, el otro puede perderse. Ser legible es un acto de amor: hacia tu trabajo, y hacia quien lo recibe. Saber presentarse no es un gesto de vanidad, sino un acto de claridad.
No se trata de venderte como algo que no eres, sino de evitar que te proyecten algo que tampoco eres. No existe una única realidad. Existen infinitas interpretaciones que convergen creando un tejido consensuado al que llamamos realidad. Y tú puedes intervenir en esa convergencia, no para manipularla, sino para afinarla a tu marco.
Cura el hueco. Prepara la emoción. Frasea la entrega. Elige resonar.
Y, sobre todo, comenta, comparte y dame likes. hehe
G
Me siento tan identificada en la “humildad invalidante”. Una guía práctica para proyectarse sería una increíble segunda parte 🙏🏻🌷🩷 gracias por tus palabras!
Ser autista hace que esto ya me venga desbloqueado por haber metido 5EXP al árbol de habilidades adecuado