Just Do The Thing
En defensa de la osadía y el intrusismo laboral
Hace unos días me desperté con la firme decisión de escribir e ilustrar un libro para niños. Crear con mis propias manos un objeto, traer a la vida algo que no existe, juntar sus papeles y pintar sus colores y aprender encuadernación vía Tiktok. Llevo años diciendo que mi futuro ideal y mi trabajo soñado gravita alrededor de enriquecer infancias, y en ese despertar que inicia este parrafo se materializaron unas líneas de diálogo en mi cabeza: ¿Cómo esperas que eso suceda? ¿Crees que un día te levantas a pie cambiado siendo repentinamente children-book-writer? Visto lo visto “How we spend our days is, of course, how we spend our lives”. Visto lo visto im the architect of my own future [shivers, screams].
No hay nada más humano y de este nuestro tiempo que la tendencia a creer que existe un orden formal y obligatorio para hacer las cosas. Calibramos a la baja nuestra posición en la escala de acción, ideando la narrativa de que existe una secuencia estricta para poder empezar a hacer algo: formarse durante años, recibir validación institucional, completar ritos de paso, graduarse, masterizarse y luego doctorarse, conocer a la persona correcta que te presente a la persona idónea, esperar la oportunidad exacta y que te deban un favor. Pero la realidad es más caótica y permisiva de lo que creemos. No existe ningún comité evaluador deliberando sobre si merecemos empezar. No hay un umbral real que cruzar. You can just do the thing.
El peso de esta ficción se siente constante y omnipresente. Nos hace cuestionar nuestras capacidades y asumir que hay normas implícitas que otros conocen y nosotros no. Creemos que las oportunidades están reservadas para quienes han seguido un guion específico, que la audacia sin respaldo institucional es arrogancia, que la iniciativa sin permiso es transgresión. Y así, terminamos paralizados, esperando una señal que nunca llega.
Una cárcel intelectual de construcción propia en la que nos hemos encerrado, obsesivamente limando barrotes sin poder levantar la mirada para observar que la puerta de la celda está y estuvo siempre abierta. Este es el germen de nuestra parálisis de potencial. La idea de que hay que pedir permiso antes de aspirar a más, sin darnos cuenta de que el permiso es una formalidad autoimpuesta. No hay una aduana que deba autorizarte para cruzar la frontera de Dar El Paso.
Confundimos preparación con autorización, como si la única manera de hacer algo fuera tras haber cumplido con un sistema de validaciones. Pero la preparación es un fenómeno retroactivo: solo se confirma después del salto. Nadie se siente listo antes de intentarlo, y quienes parecen moverse con confianza no es porque hayan seguido el guion oficial, sino porque han entendido que el aprendizaje no es un requisito previo, sino una consecuencia de la acción.
Lo mismo ocurre en el mundo laboral. Se advertía constantemente contra el intrusismo, como si la competencia y el conocimiento solo pudieran adquirirse siguiendo rutas oficiales. Como si el valor de una persona dentro de un campo dependiera únicamente de sus credenciales, y no de su ingenio e intuición, de su experiencia extraoficial o de su capacidad para resolver problemas. No existen diplomas para estas habilidades, simplemente se siente.
Pero… ¿Si salvamos a generaciones venideras de la acreditación formal, sería justo para las generaciones pasadas que sufrieron la acreditación formal? :S
Es fácil afirmar que quienes se atreven a cruzar el umbral tienen más seguridad en sí mismos, pero la diferencia no es la confianza, sino la disposición a tolerar el malestar de actuar sin garantías. Es incómodo hacer algo sin el respaldo de una estructura que nos asegure que estamos en el camino correcto. Es incómodo probar sin certezas, exponerse sin credenciales, fallar en público. Pero la incomodidad no es un indicador de que algo nos esté prohibido, solo es el precio a pagar por de acceder a oportunidades que la mayoría ni siquiera se permite considerar.
Puedes escribir tu libro abriendo Pages. Puedes grabar tu disco crackeando Ableton. Puedes ser artista editando vídeos con el free de CapCut. Puedes hacer la cosa. Puedes simplemente empezar. Y cuando lo hagas, descubrirás que no había ninguna barrera impidiéndolo.
¡Créete todo! ¡Mata a tu abuela metafóricamente! ¡Sé osado! ¡Que se atrevan a afirmar Pero Este Qué Se Cree! ¡Si has escrito un solo poema proclámate poeta y si tienes una newsletter con tres lectores proclámate escritor! Si acaso sé insoportable, pero sé libre.
✶ Plantilla Notion para Escritores
El día que desperté con miles de ocurrencias para mi primer libro también me di cuenta de lo efímero de las ideas, ¡cuando iba apareciéndose la duodécima se habían esfumado las tres primeras! Entonces me di cuenta de que debía desarrollar un sistema para que estas no se me escurriensen entre los dedos.
Siendo que un libro no se escribe de la noche a la mañana, tenía que guardar todos mis pensamientos en algún sitio de manera ordenada para eliminar fricciones innecesarias cuando me pusiera en acción. Conociendo la naturaleza de las ideas, cuando abres la puerta a una se presentan cientos sin avisar, y yo tenía ya ideado no un libro, sino decenas de personajes para otros, ambientaciones para el siguiente y giros narrativos para el de más allá. ¡Esto es un cacao, mi app de Notas no puede hacer frente a este lío!
Así que me puse a construir una plantilla de Notion para que cada vez que se me ocurriera una idea poder exprimirla del todo en los segundos en los que esta más brilla e ilumina otras ideas a su alrededor. Cuando te llega la inspiración tienes que agarrarla del rabo par poder observarla bien mientras se deje mirar, antes de disolverse del todo.
Aquí os dejo un sneak peek de cómo he desgranado y desglosado los esenciales de un libro, ya sean ilustrados o narrativa para adultos.
Si queréis usar esta plantilla podéis copiarla en vuestra página de Notion suscribiéndoos a mi newsletter.
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Gracias siempre por leerme.
love u ✶
PD. Estoy empezando a leer ‘On Writing’, de Stephen King. Os lo recomiendo si os interesa la escritura, la lectura, las palabras o la extensa obra de King.